Esther Petrone, es energía. Es una deportista nata. Yo diría que es una persona con metas claras y determinación. Desde niña practicó natación y siempre se destacó en las competencias en las que participó.

Hoy es corredora, una dura, durísima. Superó con éxito varios 42K para convertirse en una ultra maratonista. La montaña no le es ajena. No tiene miedo; su determinación para enfrentar retos deportivos es ejemplarizante. Después de un accidente, una de sus rodillas quedó muy lastimada, pero eso bastó para convertirla en la corredora que es hoy. Su fortaleza es admirable.

La historia que quiero compartir en esta entrega, es la de Esther Petrone, diseñadora gráfica, docente y deportista. Ella nos cuenta como en la vida no hay obstáculos, el único está en nuestra mente. Somos corazón, mente y cuerpo. El cuerpo siempre obedecerá. Hay que trabajarlo y sobretodo llevar una vida sana.

Nuestra protagonista de hoy es una mujer que nada la detiene.Así como no hay montaña suficientemente alta, para ella ningún dolor físico es impedimento para levantarse y calzar sus zapatos de correr, para disfrutar de esa divina locura.

«Completar el Maratón de Roma me enseñó que puedo tardar en lograr algo, pero si me lo propongo, lo consigo.»

He sido deportista toda mi vida, me encantan los deportes, tanto practicarlos como seguirlos, pero mi pasión por correr nació cuando me recuperaba de un grave accidente de moto que sufrí hace algunos años. Ocurrió mientras vivía en Roma. Fue una experiencia que sin duda marco un antes y un después en mi manera de percibir la vida.

A parte de los innumerables moretones y quemaduras de asfalto, en hombro, brazos y espalda; mi rodilla derecha quedo en muy mal estado. Seis meses con la pierna inmóvil, una recuperación muy larga y lenta. Mi fisioterapeuta y yo trabajamos mucho y muy duro. Meses después empezaron las caminatas largas a paso sostenido. Salía diariamente a caminar, hasta que conocí un grupo de corredores amateurs y sin darme cuenta las caminatas se convirtieron en pequeños recorridos corriendo, que fueron aumentando paulatinamente cada vez más, y así, poco a poco, el miedo del accidente quedó atrás, y sin darme cuenta corría largo y siguiendo el paso a mis compañeros.

Pasaron varios años hasta decidirme a correr distancias largas. Con infinidad de carreras de 10km, varios 21km, un día me decidí, y sin pensarlo mucho me inscribí para correr mi primer maratón, mis primeros 42K en Madrid. Claro, no llegaron a ser los primeros 42K pues en esa ocasión no pude completar el recorrido. Mi mente y corazón estaban preparados para el reto, pero mi rodilla dijo ¡No! Y por mas que traté de aguantar, concentrarme y pensar en otra cosa, el dolor me superó.

Pero no me rendí ni renuncié. El amor por el running ya estaba en mis venas y en mi mente repetía constantemente “yo puedo hacer lo que quiera”, así que comencé a entrenar con más seriedad, investigué y busqué asesoramiento. Conocí personas extraordinarias que me ayudaron. Hoy en día son amigos muy queridos. Me enseñaron todo lo que sé hoy sobre las carreras y me guiaron hasta que logré conseguir mi objetivo.

Después de un año lo intenté de nuevo. Se trataba del Maratón de Roma, la ciudad donde había sufrido mi accidente, decidí que esa debía ser la ciudad donde realmente quería lograr conquistar mi primer maratón, y así fue. La meta fue superada. Con éxito logré correr mis primeros 42K en la ciudad donde todo había comenzado, sentimiento indescriptible, lagrimas incontenibles. Fue uno de los días mas felices de mi vida. Ese hecho me quedó como aprendizaje, que puedo tardar en lograr algo, pero si me lo propongo, lo consigo.

Sin duda alguna, pienso que correr un maratón por primera vez y acabarlo es una de las experiencias más gratificantes que puedes experimentar en la vida. Aguantar 42 kilómetros corriendo no resulta tan sencillo como parece y hay que entrenar mucho para llegar en buenas condiciones a la meta.

Personalmente creo, que el sumergirnos en este mundo del running, nos hace más sensibles, pues nos permite sentir y descubrir cada una de nuestras sensaciones vitales básicas. Estamos más atentos a cada dolor que sentimos, aprendemos cada día más sobre nuestros músculos, sobre nuestra respiración, a controlar nuestra mente y nuestro corazón.

Creo firmemente que cuando corremos y nos sometemos a la prueba de exigirnos el máximo, aprendemos a ser conscientes de nuestros límites físicos, pero a la vez, de nuestras grandes posibilidades de superación y de cuan grande es nuestra determinación.

He corrido en total 8 maratones. Todos momentos imborrables de mi mente. Todos disfrutados al maximo. Todos me han dejado una sensación de felicidad extrema, hasta llegar al punto de querer exigirme más y decidir con el paso del tiempo adentrarme en el mundo de la ultradistancia, en las carreras de montaña. Hasta hoy he logrado correr 80km, algo antes impensable para mi, pero que con determinación logré con un excelente resultado.

Quedé tan enamorada de la experiencia que ahora amo correr en la montaña y recorrerlas se ha convertido en algo indispensable para mi, la energía que te regala la montaña, te penetra, te alimenta el alma, es algo difícil de describir. Todo reto que asumes te hace madurar, y el sentido de superación se desarrolla y te hace buscar más.

Mis deseos y mis ganas de siempre querer experimentar y vivir nuevas sensaciones y emociones, hicieron que hace dos años, 2015, me lanzara a la aventura de escalar el Pico Bolívar, alcanzando su cima a 4978 msnm, alcancé una meta más, llegué a estar en el punto más alto de Venezuela, una felicidad total y absoluta que por supuesto deseo volver a repetir y que jamás podré olvidar.

Todas las experiencias que vivimos siempre traen consigo un aprendizaje, buenas o no tan buenas, la mayoría al final se convierten en positivas ya que nos enseñan, haciéndonos más sabios y más fuertes, física y mentalmente, de ahí la importancia de vivirlas.

En estos años de carreras quedo claro para mi que esto de correr un maratón o un ultramaratón es algo grandioso y cada experiencia es única e inolvidable, pero es duro. Hay que entrenar mucho, no solo físicamente, también mentalmente, como en todos los retos de la vida hay sacrificios y sobre todo se necesita perseverancia y constancia para lograrlos.

De las distancias largas he aprendido a amar el control mental que logro sobre mi cuerpo y de todas mis experiencias me quedo con lo positivo, mi superación personal, las maravillosas personas que he conocido, los increíbles paisajes que he podido recorrer y por sobre todas las cosas el disfrutar y compartir con mis sobrinos Isabella y Rocco, que son sin duda mi mayor motivación y a través de los cuales he podido corroborar que la pasión por lo que hacemos se percibe, se transmite y se contagia.

Al final, lo que cuenta no es la cantidad de kilómetros ni la velocidad en que los hagas, en realidad la clave para estar motivados y vivir con pasión cada kilómetro, es como disfrutamos el recorrido. La ruta puede ser siempre la misma, lo que hace realmente especial para mi cada entrenamiento, cada carrera, es cómo la recorro y con quien la comparto.

En mi está el deseo de seguir y seguir, ahora el correr forma parte de mi vida. Con mente positiva, siempre en busca de nuevos objetivos, siempre visualizando nuevas metas.

¡Vamos por más y siempre mejor!

Esther Petrone es ultramaratonista, maratonista y montañista apasionada.
Es diseñadora gráfica y se define como una mujer curiosa, en continuo aprendizaje, amante del arte en todas sus esencias y adicta al chocolate (y al vino según su Instagram).