Contrario a lo que se piensa, entrenar con faja no contribuye a adelgazar en lo absoluto, y además puede llegar a ser perjudicial porque hace que los músculos se vuelvan dependientes y perezosos

Entrenar con faja es un mito que muchos siguen creyendo que les hará adelgazar más rápido, sobre todo si hacen ejercicios de tipo aeróbico como salir a correr, creen que van a derretir la grasa que cubre sus abdominales. Si tú crees eso… siento desilusionarte pero nada más lejos de la realidad.

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La faja es una herramienta que llegó al mundo fitness más como un accesorio que como un objeto para mejorar la salud y el rendimiento, valiéndose de una gran estrategia comercial para colocarse en casi todas las cinturas de las mujeres del país. Negras, verdes o fucsias, representaban un boom porque figuras famosas de la televisión, reinas de belleza y modelos las utilizaban.

¿Debo fajarme para cargar peso?

Si bien la faja brinda una sensación de soporte y seguridad, al ayudar  a la zona lumbar y abdominal a mantenerse erguida, a la larga podría no ser tan beneficiosa.

Si bien las personas que levantan cargas pesadas, la compresión de las fajas les aporta una gran ayuda, pues le mantiene la espalda recta y les ofrece protección a las vértebras, lo que se traduce en un incremento en la capacidad de fuerza de la zona superior e inferior; descuida una zona importante: la zona media.

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Es muy habitual observar el uso de fajas en atletas de halterofilia en el manejo de grandes cargas, en el resto de situaciones es mejor no utilizarlos, porque anulan el trabajo de los propios estabilizadores internos. Actualmente, se recomienda utilizar un refuerzo en la región de la espalda baja solo para el manejo puntual de cargas muy elevadas y en personas entrenadas.

La zona media se mantiene inmóvil y aislada, haciéndose “vaga” y volviéndose hipotónita (sin tono muscular), lo que impide controlar cargas sin ayuda de una faja (creando dependencia) y viéndose la postura del cuerpo comprometida. Los músculos de esta zona se van haciendo más débiles. Eso no es todo, más grave todavía resulta que a la larga pueden desarrollarse lesiones graves en la columna vertebral.

En cambio, cuando no usamos faja, el ejercicio nos obliga a contraer el abdomen sin ayuda y así trabajar el cuerpo en su totalidad. Hay especialistas que aseguran que el acento debería colocarse en la falta de fortalecimiento, porque al utilizar la faja, la columna siempre tendrá un apoyo externo y evitará cualquier esfuerzo natural.

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Mejorando la capacidad de los músculos estabilizadores profundos se reducen significativamente los dolores lumbares y la frecuencia de los episodios repetitivos.

¿La faja realmente me hace adelgazar?

Las fajas solo crean una ilusión, un efecto óptico. Su función es comprimir la grasa del cuerpo, el tejido adiposo. Tras los ejercicios con faja, la musculatura está totalmente contraída, creando la apariencia de una silueta más delgada.

Eso de la eliminación de la grasa localizado no es solo más que un mito. Jamás una faja eliminará por arte de magia la grasa, ni le dará forma. Aunque nos duela, entendamos que la única forma de deshacerse de los odiosos rollitos de la cintura es quemando calorías.

Muchos argumentarán que, ¿por qué entonces con la faja sudamos en gran medida la zona abdominal?. Aquí un punto importante: sudar no significa quemar grasa. En los gimnasios también suele escucharse: “para quemar grasa tienes que sudar lo más que se pueda”, ¡pues, esto es falso! Y es uno de los mitos que existen a la hora de bajar de peso.

La sudoración excesiva, a la que de forma comercial se le denomina “eliminar líquidos”, es realmente una “deshidratación” que se deriva del uso de estas prendas y no es nada saludable. No solo resulta ineficaz para conseguir cambios en el cuerpo, sino que hace que la persona termine agotándose o sintiéndose débil.

La sudoración excesiva, que comercialmente se denomina ‘eliminar líquidos’, pero que realmente es una ‘deshidratación’, no es nada saludable y resulta ineficaz para conseguir cambios en la composición corporal, ya que su efecto de reducción del volumen de la zona se recupera al hidratarse. El sudor no es grasa, es deshidratación.

Como ejemplo similar al efecto que producen las fajas, se encuentran los saunas, donde si bien sudamos mucho, no quemamos ninguna caloría, sino que al impedir la transpiración natural de la piel, el calor aumenta y el organismo, para contrarrestar ese aumento de temperatura, expulsa agua en forma de sudor para enfriar la piel.

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El sudor es, pues, resultado del efecto termoregulador que el líquido tiene en nuestro cuerpo para mantener una temperatura normal interna cuando realizamos una actividad física, y que recuperamos al beber más líquido, explican los especialistas. Lo que se elimina pues es agua, toxinas y sales minerales, pero en ningún caso la grasa sobrante.

Otros puntos en contra

  • El uso permanente de las fajas puede producir una mayor humedad y generar, al mismo tiempo, hongos o micosis, además de una atrofia muscular, que aumente la distensión abdominal, un mayor volumen y flacidez abdominal.
  • Utilizarlas por mucho tiempo, aumenta la presión sanguínea, lo que implica mayor trabajo cardíaco y podría generar infartos.
  • El cuerpo necesita respirar para poder oxigenar; las fajas obstruyen los poros y no dejar respirar al eliminar toxinas y hasta podría formarse la terrible celulitis.
  • Aunque te la coloques debajo de la ropa, se nota, y no se ve muy bonito que digamos.
  • Tienes más probabilidades de enfermar. Al no poder evaporarse el sudor se acumula sobre la piel, corriendo el riesgo de enfriarnos y enfermar.