El ciclismo de ruta venezolano no ha podido escapar de la grave crisis que vive Venezuela, razón por la cual la disciplina en el ámbito de élite,  estaría muy cerca de su extinción

Para nadie es un secreto la estruendosa crisis política,  económica y social  en la que está inmersa Venezuela, la cual esta vez y como si fuera poco, ha trascendido al ciclismo de ruta venezolano,  deporte que para quienes lo practican se hace imposible permanecer en actividad, pues los altos costos de los implementos y la alimentación, están generando su apresurada extinción

En palabras del experimentado ciclista de ruta venezolano, John Nava, por muchos años miembros de la selección de ruta de su país y quien formó parte por muchos del histórico equipo de Lotería del Táchira: la actualidad deportiva de ese país es realmente crítica, según él “se llegó al límite”,  y si no se buscan soluciones rápidas y acertadas, la apasionante disciplina, por lo menos para los pedalistas de élite, morirá de forma definitiva.

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“La verdad que se está haciendo difícil mantenerse en el ciclismo de ruta venezolano de élite. Las vicisitudes son demasiadas y los recursos muy pocos. La desmotivación es evidente y pareciera a nadie importarle”, explicó Nava.

Para contextualizar, el corredor comentó que la complejidad de la situación comienza, por el hecho de que un día de entrenamiento para un ciclista, entre  hidratación, alimentación y algún complemento vitamínico, supera los 10 millones bolívares (más de 4 dólares),  mientras que por otra parte un sueldo al mes no llega a lo que se gasta en un día.  Entonces, si se hace una cuenta simple, hay una diferencia en pérdida de dinero  exorbitante.

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Lejos estamos de disfrutar del pedalismo que había hace algunos años en Venezuela

“Un corredor ya no puede comer bien, como trabajo ya no sirve de base, es por eso que muchos atletas prefieren hacer otra cosa para ganar más dinero. Cualquier cosa paga más, incluso cuidando carros o pidiendo en la calle se gana más dinero”.

Asimismo, el  rutero venezolano argumentó que todo esto del día a día no se compara con el gasto que representa el costo de los implementos deportivos, los cuales por ser traídos del extranjero y por ende pagado en dólares,  hace que todo sea mucho más difícil , “Un caucho puede rondar el costo de los 30 millones de bolívares, un uniforme más de 25 millones  y un casco mucho más, así que, para poder comprar este tipo de herramientas, debe pasar meses y meses trabajando, evidentemente sin ganancia alguna”.

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Para terminar, y pese a que quizá nunca sea escuchado, el pedalista hizo el llamados a los encargados de dirigir la disciplina para que se sienten y trabajen en pro de la disciplina, “me da hasta pena decirlo pero la última Vuelta a Venezuela la concluyeron 35 corredores y  la Vuelta a Tovar 20, eso es una vergüenza para el que sabe de esto. Por eso mi llamado es para todo aquel que pueda aportar; para el que de verdad siente, acompañe y contribuya a que no se termine acabando con este lindo deporte”.