El ultra runner y coach chileno Enzo Ferrari comparte su relato de coraje y pundonor que nos lleva a ver «Transvulcania desde adentro».

Enzo Ferrari Accardi, nacido en Puerto Montt, Chile, profesor de educación física, ultra runner y coach, tiene en su haber la marca de haber sido el primer chileno en la historia en ganar una Carrera de 100 millas llegando de primero en la general en The North Face Endurance Challenge 100Millas (160k) en 2015. Actualmente pertenece al Team The North Face Chile y es embajador de algunas importantes marcas relacionadas con el trail running. En esta oportunidad nos comparte su reporte de carrera de Transvulcania 2017 y nos lleva a ver “Transvulcania desde adentro”.

Yo creo que uno de los momentos increíbles que he tenido en mis 10 años como trail runner es la partida de la Transvulcania 2017.  Es que no puedo expresar con palabras lo vivido ahí, 1700 corredores, música, mensaje motivacional de la organización, en el ambiente se escuchan distintos idiomas, gente preocupada, gente alegre, más de 60 nacionalidades distintas, pueblos completos dentro de la isla, volcados a una carrera donde estás tú como personaje principal, ya que así te lo hacen sentir, desde el primero al último, todos somos Kilian, Luis Alberto, etc. Es una sensación inmensa y enriquecedora.

La carrera parte a las 6:00 a.m. en el Faro de Fuencaliente. Los primeros 100 metros de camino son anchos, luego comienza un sendero donde caben dos personas a la vez. Si no tuviste la suerte de encajonar como Élite (por tiempos declarados) te vas al montón, donde hay apretones, empujones, caídas, etc.

Yo estaba ahí, en la mitad del pelotón mayor, impaciente y preocupado ya que si todo andaba bien mi tiempo iba a ser entre 9h a 9h 30m, pero para eso necesitaba poder comenzar a correr lo antes posible (después descubrí que no era para tanto).

Dan la partida y es una avalancha de gente que comienza a pasar por todos lados, si no eres agresivo ahí, todos te empujan y hasta puedes caer. Así será el recorrido por los primeros 4 a 5 kilómetros donde si no te sales del sendero no puedes pasar. En mi apuro de descontar los puestos perdidos por el simple hecho de un mal encajonamiento, me salí del sendero (que ya era de arena) a la arena blanda y comencé a adelantar gente en un claro error que me pasó la cuenta más adelante.

Cuando ya me vi en un lugar que dentro del sendero me permitía correr con libertad (km5 app) me solté y fluí, donde alcancé a una de las chicas Elite, no sé de que equipo (a la larga me ganó).

Sigues subiendo por siempre hasta el kilómetro 17, Refugio El Pilar, la gente de las cercanías, toda en la calle, te instan a correr, a aguantar, a disfrutar. Sigues subiendo hasta el Reventón (pasas unas bajadas y planos, pero a esa altura todo parece que sube), fué en estos 20 kilómetros (entre el kilómetro 20 y el 40) dónde tuve casi todos mis problemas, calambres en gemelos e isquiotibiales que me hicieron caminar demasiado, desesperarme un poco (ya que mi entrenamiento y resultados estaban dentro de lo planeado) y pensar hasta en abandonar la carrera (que era la solución más fácil, esa cuando dicen «cuerpo hay uno solo y carreras hay muchas»… ¡Nah! ¡Eso no era para mi en esta ocasión! Ya he abandonado un par de veces antes por lesión (ahí no hay nada que hacer) esta vez no era eso, yo sabía que retirarme iba a doler mucho más después.

Era solo cansancio, calambres y desesperación.  Me pasaron más de 200 corredores en grupos, en estampidas, que si no dejas pasar se ponen justo atrás tuyo y si no aguantas el ritmo te presionan hasta adelantar. No hay vuelta atrás cuando eres alcanzado, o te mueves o te unes.

Mi plan de carrera se había ido a la mierda, pero estaba ahí, peléandola como un perro, con dolores de todo, pero vivo, aún pestañeando tratando de lograr mis sueños, mis metas, de la mano de quienes me apoyan, mi novia hermosa, mi familia mágica y mis auspiciadores que creen y confían en este loco que alguna vez soñó ser corredor de montaña y ese día, justo ese día cuando todo debía salir perfecto, me encontraba peleando, tratando simplemente de terminar lo mejor que se pueda, de llegar a la bajada, de sacar optimismo de donde ya no lo había.

Cuando en tu cabeza debes replantearte todo, meses de preparación para tratar de quedar dentro de los primeros lugares, y bueno ahora el objetivo y toda mi vida paso a tratar de terminar.

Una vez que llegas por sobre las nubes al Roque de los Muchachos, que es el observatorio que se encuentra acá en la Isla, vamos con 50 kilómetro y 4200 metros de desnivel positivo. Y por fin, la esperada bajada (por muchos temida) son 20 kilómetros con 2500 de desnivel negativo en un terreno hostil, con piedras sueltas, trozos de cemento, sendero resbaloso, etc., condiciones propicias para morir en el intento. Fue aquí bajando donde recién pude conectar y disfrutar la carrera, tomando ritmo y recuperando más de 100 posiciones.

Luego viene una pequeña subida de 300 metros positivos en 4 kilómetros, donde pasas por el barranco de las angustias para encarar la meta en los Llanos de Aridane.

Llegar a la meta es la mejor medicina se pasan todos los dolores, las angustias, renuevas energía y ríes de lo que pudo pasar allá arriba, no me rendí y lo entregue todo hasta quedar seco.

Lo seguiré intentando hasta que salga como yo quiero.