Al igual que tu cuerpo, también tu mente necesita ejercicios para mantenerse en forma. La mente puede amplificar la confianza, la expectativa positiva, la buena genética o la adecuada preparación física del deportista, pero también puede echar a perder todo eso.
Aunque muchos lo ignoran, el éxito cuando se compite entre los mejores, muchas veces no depende de cuánto hayas entrenado a nivel físico, de cuánto te hayas preparado a fondo. La mente puede hacer la diferencia entre ganar y perder. No son tus piernas ni tu corazón los que realmente te impulsan a la cima.
La mente hay que entrenarla
La mente es poderosa, pero puede jugarte malas pasadas si no la trabajas y aprendes a controlarla. Como dice Eckhart Tolle en su libro «El poder del ahora»: «La mente es un instrumento fantástico si se usa correctamente, pero usado incorrectamente puede convertirse en algo tremendamente destructivo…”
Muchos de los atletas exitosos aseguran que el 90% de sus logros se deben a la fuerza mental y a que entendieron la importancia de incorporarla en sus entrenamientos, en la misma medida que le ponen atención a la parte física, la técnica o la alimentación. Los expertos atribuyen al menos en un 25% del rendimiento de un deportista a la parte psicológica, mientras que el 75% restante está en la parte física, técnica y táctica.
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Evita los pensamientos negativos
Sucede como cuando quieres correr un maratón; es probable que no lo logres si ya de antemano estás pensando en factores externos como el calor, el cansancio de tus piernas o si tienes pensamientos negativos del tipo “no puedo más”, “estoy agotado”, “me duele”… Con eso estás haciendo que tu mente se centre en las molestias, en los kilómetros que quedan en lugar de los que llevas, en las sensaciones de cansancio en lugar de las que te llenan de satisfacción.
La mente te condiciona y por ello es importante eliminar esos pensamientos negativos, por un vocabulario que más bien te impulse, te centre en lo que suma. “Estoy preparado para esto”, “vamos bien”, “me encanta darlo todo”, “el cansancio no puede conmigo”. De aquí que esto va de la mano de la motivación o automotivación. Recuerda que tú eliges y puedes decidir si pensar en fracaso o en cómo vas a luchar. El pensamiento positivo es una de las mayores actitudes del éxito deportivo.

Un trabajo continuo
Así como la motivación y los pensamientos positivos deben trabajarse continuamente, hay otros elementos importantes como la concentración o la autoestima que no hay que descuidar.
La concentración influye decisivamente en el éxito o no de cualquier competición. Nuestra atención ha de estar fijada en el momento, en nuestros objetivos, evitando pensar en lo que ha pasado o consumiéndonos por el temor de lo que puede ocurrir.
Además, debes trabajar la confianza en ti mismo. Si crees en ti, no habrá cabida a las dudas, a los miedos. Si no crees en ti, ¿cómo harás que otros lo hagan? El amor propio y la confianza son cosas que debes reforzar cada mañana apenas te mires en el espejo. «Yo soy único», puedes utilizar esta afirmación y resaltar tus cualidades de forma diaria, que sea parte de un ejercicio.
Otro aspecto importante a trabajar es la constancia; exígete en forma constante pero sin caer en el perfeccionismo. Lo importante es trabajar duro, desarrollar tu fuerza de voluntad para cumplir nuevos objetivos y jamás conformarte con el mínimo y seguir pegado en tu zona de confort.
Además, es importante que aceptes la realidad para poder avanzar. Esto va ligado con ser realista y asumir tus límites; así conocerás cuál es tu punto de partida y podrás trabajar tus áreas de mejora valiéndote también de tus fortalezas.
Un gran número de deportistas, de distintas disciplinas, de todo el mundo, aseguran que el 90% de su éxito deportivo, se debe a su capacidad y entrenamiento mental.
Ahora quizá te resulte más fácil ver que detrás de cada paso o movimiento que damos está nuestra mente; detrás de cada decisión, palabra de aliento o desaliento, de una buena técnica, de ese punto de foco que nos permite no desviar la atención y mantenernos focalizados, de esa visualización de triunfo…Detrás de todo está nuestra mente, nuestro cerebro, nuestras neuronas que envían miles de señales a todas partes de nuestro cuerpo. Entrenar la mente nunca será una mala inversión.
La diferencia entre dos grandes atletas se encuentra en la forma cómo afrontan la competición: si son capaces de autorregularse de manera emocional, gestionar los miedos, conocer su cuerpo, concentrarse, controlar la ansiedad, reforzar la autoestima, e inclusive aceptar la derrota y ver lo positivo para la próxima oportunidad.
¿Cuál eliges ser tú?