La Fascitis plantar es un problema bastante habitual. En la población no deportista suele aparecer a partir de los 45 años, aunque es habitual que aparezca en pacientes jóvenes que practiquen deporte. Algunos estudios afirman que alrededor del 10% de la población puede llegar a padecerla en algún momento de la vida.
La fascia plantar es una banda de tejido elástico que va desde el calcáneo hasta la zona metatarsal (debajo de los dedos). La inflamación de dicha estructura, principalmente en la zona en la que la fascia se inserta con el calcáneo es lo que conocemos como fascitis plantar.
La fascia plantar tiene una gran función biomecánica al caminar: es la responsable, junto con otras estructuras del pie, de mantener el arco plantar, de absorber y devolver la energía que se produce cuando el pie impacta contra el suelo, de proteger los metatarsianos (evitando un exceso de flexión dorsal de los dedos), etc.
El síntoma principal es un dolor agudo en la zona interna del talón (es la zona de inserción de la fascia plantar). Ese dolor suele ser más intenso en los primeros pasos que damos al levantarnos (porque la fascia con el reposo de la noche se hace “más corta” y al dar los primeros pasos tracciona con más fuerza). Una vez que hemos caminado un poco, la fascia se estira y suele disminuir la molestia.

En el caso de los deportistas, en las fases iniciales de la fascitis, posiblemente el dolor sólo aparecerá por la mañana y después de hacer deporte, pero al deportista le será posible realizar la actividad deportiva. Hay que tener en cuenta que cuando aparecen los primeros síntomas, debemos empezar a tomar medidas porque tenemos muchas posibilidades de que la fascitis se vaya agudizando y llegue un momento en el que sea muy limitante para la vida deportiva e incluso para la vida normal de una persona que tenga que permanecer largo tiempo de pie o caminando.
Diferencia entre la fascitis plantar y el espolón calcáneo
Cuando en las pruebas radiológicas observamos una calcificación del tubérculo posterointerno del calcáneo entonces hablamos de espolón calcáneo. Si en las pruebas no aparece dicha calcificación hablamos de fascitis. En realidad los síntomas y el tratamiento van a ser muy parecidos. El espolón ha aparecido por mantenerse una tracción continuada de la fascia contra el calcáneo. Esa tensión provoca en la fase inicial la fascitis plantar y si es mantenida en el tiempo posiblemente generará el espolón calcáneo. En ambos casos el objetivo del tratamiento ha de ser “destensar” la fascia para que disminuya la inflamación y por lo tanto el dolor. Podríamos decir, aunque con algunos matices, que el espolón es la continuación natural de una fascitis mantenida en el tiempo.
Es muy importante realizar el diagnóstico lo antes posible y así poder comenzar a realizar todas las acciones encaminadas a “destensar la fascia” lo antes posible. Cuanto antes comencemos el tratamiento, mejores resultados obtendremos en el corto y medio plazo.
¿Cuál es el tratamiento habitual para la fascitis plantar?
El tratamiento habitual suele ser combinar medicación antiinflamatoria con diferentes tratamientos de fisioterapia encaminados a disminuir la inflamación en la fase aguda.

En una segunda fase, que conviene iniciar lo antes posible, habría que realizar un correcto estudio de la marcha y valorar si la causa de la fascitis tiene relación con la forma de pisar del paciente. En caso positivo, es necesario diseñar y fabricar una plantilla personalizada para fascitis plantar que permita “destensar” la fascia de modo que cuando la fase aguda esté superada, podamos reiniciar la actividad con muchas menos posibilidades de recaida.
Una vez pasada la fase aguda, es muy importante que el paciente adopte unos hábitos correctos sobre estiramientos y sobre el uso de calzado que debe utilizar tanto para la vida normal como para la actividad deportiva ya que ambos factores van a ser también determinantes en que encontremos la solución definitiva a la plantilla.