El refranero popular lo explica muy bien: “LA PACIENCIA es la madre de la ciencia”.

Correr largas distancias exige grandes dósis de paciencia. Paciencia para entrenar durante meses y no saltarse ningún día. Correr (y preparar) un ultra maratón es la lucha constante entre la paciencia y la prisa. Un delicado y delicioso equilibrio en el que todos nos caeremos alguna vez por no haber tenido paciencia.

Hay ocasiones en las que estás tratando de superar un cambio de ritmo, intentando superar una cuesta que sientes que ya se ha prolongado demasiado para tu gusto, y solo quieres renunciar.

Tus piernas se sienten como plomo y parece que no puedes respirar, tu costado está que arde y tus pulmones se sienten como si estuvieran a punto de explotar. El sol te está golpeando y no hay lugar para refugiarse de sus rayos. Bajas la cabeza y sigues adelante,  otra curva más, solo para descubrir que todavía no has llegado al tope. Es una cumbre falsa. Exhalas de agotamiento y de incredulidad,

Tienes dos opciones: puedes rendirte a la pesadez de la hora y la tentación de detenerte, tal vez tirar la toalla por completo, o puedes poner tu cabeza hacia abajo y continuar la marcha hasta que hayas alcanzado la cima.

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Ciertamente no quieres ir hacia atrás. Mientras que sentarte parece ser muy atractivo y puede traer consuelo momentáneo, solo prolonga la agonía, por lo que es mejor seguir adelante. En cualquier caso, hay más cosas con las que tienes que lidiar antes de experimentar un alivio real del tormento físico y mental.

También puede resignarte, reajustar el enfoque. Enfocarte cuando estás recibiendo un golpe fuerte rara vez es fácil. La paciencia es la llave que te llevará a la meta. Puede ser esencial para determinar si realmente terminas el recorrido o no.

Ese mismo sentimiento puede entrar en juego cuando te recuperas de un largo descanso debido a una lesión. Realizamos una cierta cantidad de trabajo y tenemos expectativas de mejora. Nos entrenamos y corremos carreras para afirmar que estamos haciendo lo correcto. Los indicadores sugieren que nuestra capacidad y progreso están sincronizados, pero no estamos tan en forma como algunas de nuestras carreras de entrenamiento nos hicieron creer.

La paciencia es la clave, mantenla en tu arsenal.

Sé paciente contigo mismo, sé paciente con la ruta, sé paciente con el corredor que está delante de ti cuando el sendero es único mientras te abres camino hacia la cima, y ​​sé paciente con ese corredor, corriendo por tu trasero, ya que pronto cambiará.

La cima de tus dolores y tu agotamiento y la cima hasta la línea de meta están cerca.