Las rutinas de correr a veces traen algo más que los beneficios de un buen entrenamiento y una subida endorfinas. También pueden traer dolor en la rodilla, sobre todo cuando corres cuesta abajo

Más de uno seguramente se ha sentido tentado en bajar volando una cuesta, con ayuda de la gravedad que hace que nuestra velocidad se incremente. Si bien, puede resultar divertido correr en bajada, las consecuencias en tu cuerpo no lo son tanto.

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Espalda, tobillos, cadera y, sobre todo, rodillas son los grandes damnificados de las bajadas, de ahí la importancia de saber cómo evitar lesiones en la rodilla.

Por lo general, todo el mundo subestima las bajadas, porque en teoría no suponen grandes dificultades, pero según los expertos puede afectar en gran medida los músculos necesarios para correr, pues obliga a que estos se alarguen o realicen contracciones excéntricas, trayendo como consecuencia desgarros prácticamente invisibles en las fibras musculares.

Además, cuando se corre en bajadas pronunciadas, es fácil alcanzar la velocidad máxima, golpeándose el suelo con más fuerza y siendo mayor la carga que reciben nuestros músculos, pudiendo ocasionar que disminuya la potencia que se necesita para correr en subidas o terrenos planos. ¡Ni hablar de las rodillas! Ellas sufren muchísimo cuando corremos.

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Si tienes problemas de articulaciones o dolores de espalda evita las bajadas prolongadas. Lo mismo te diremos si tienes problemas de ligamentos. Primero elimina las lesiones y dolencias, luego ponte en forma y finalmente entrena las bajadas.

Tampoco significa que debes evitar las bajadas a toda costa,  pues investigaciones han revelado que correr cuesta abajo puede influir positivamente en tu ritmo de carrera. Según un estudio publicado en la revista Journal of Strength and Conditioning Research, señala que cuando los velocistas combinan las subidas con bajadas, mejoran su velocidad y transición del pie más que cuando solo lo hacen en pendientes o superficies planas. Eso sí, siempre se debe tener cuidado de lesionarse, pues en bajada es muchísimo más fácil.

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Si no estás acostumbrado a correr en bajada, debes incorporarlo poco a poco a tu rutina de entrenamiento, pasando de una pendiente corta y, posteriormente, incluir descensos más pronunciados y prolongados a medida que te sientas más cómodo. Recomiendan comenzar en superficies blandas y luego pasar al asfalto; así como un entrenamiento integral que incluya ejercicios de fuerza, trabajo en gimnasio, carrera larga o de fondo.

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Las piernas y la espalda son las que sufren el impacto de manera clara, por lo que debemos ir erguidos y algo inclinados hacia adelante, sin tensiones, levantando las rodillas hasta una altura media y con la mirada siempre al frente.

Unos buenos zapatos son necesarios si de correr en bajada se trata, pues dicen que el impacto en nuestro cuerpo se multiplica incrementando hasta por tres el total de kilos que nuestras piernas tienen que soportar. Los más sacrificados en las bajadas son espalda, tobillos, cadera, y las rodillas, como mencionamos anteriormente.

No olvides de todas formas antes de tomar la decisión de incluir las bajadas en tu rutina, consultar con tu médico y no sufrir de ningún tipo de dolencia previa.